A veces disfruto de mis momentos de soledad, esos momentos en los
que YO decido estar solo: relajarme, descansar, escuchar música, pensar, escribir..
Sobre todo escribir.
Volcar emociones de distintas maneras, en soledad, conmigo mismo..
Con lo mejor y lo peor de mí.
No necesariamente solo y a oscuras (completamente deprimido), sino en mi mundo,
donde sea, con quién sea. Cuando escribo, no lo elijo..
No digo "hoy tengo ganas de ponerme a escribir", de hecho,
planeando escribir me salieron los peores textos. Y no es que diga que
mis textos sean buenos, pero definitivamente me reflejan y reflejan lo que siento,
lo que vivo, lo que necesito y lo que ya no aguanto.
Considero muy fácil conocerme a través de mis escritos y
no puedo evitar (cada tanto) leerlos y recordar, y pensar...
Cuando estoy realmente perturbado es cuando escribo los textos más brillantes,
o por lo menos los que a mí más me gustan, los que más me llenan y
los que perduran en el tiempo, en MI tiempo.
Disfruto cada segundo en el que escribo, cada palabra volcada en un papel,
soy feliz con una hoja y un lápiz, con mis pensamientos y un rato libre para pensar.
Me hace bien, me gusta, no lo cambiaría por nada..